El bosque

Mi pareja y yo hemos salido al cine y después, hemos ido al bosque. No es un bosque como tal, sino una explanada de árboles, con huecos, donde, sea legal o ilegal, solemos ir muchos viernes a follar en el coche. Está al lado de los militares, y es un desafío, pero no dicen nada: yo creo que hasta nos miran, como si fuese porno.

Soy Sara, tengo veinte años y estoy estudiando Historia del Arte. Estoy muy agobiada, ya que es el tercer año, aunque lo compagino con trabajos de niñera y supermercado. Mi novio, de veintiuno, sólo es mayor unos meses, dos, para ser exacta, aunque no llegan. Está estudiando Economía, y tenemos algunos proyectos juntos aparte de nuestra historia de amor. Yo soy rubia y el también, sólo que el tiene ojos azules y yo verdes. Somos casi iguales, de altura. Pero sólo el conduce.

Estos días, follamos como locos. Aunque llevamos ya varios meses, es como el primer día: no sé si la pasión, la edad, la química, las ganas de experimentar, los juegos que nos proponemos... Hoy he decidido poner un cd de esos de rock que nunca pasan de moda que me regaló por mi cumpleaños, un recopilatorio de Scorpions, y follar con la mini falda puesta, medias y sujetador rosa, mientras le tenía atado y vendado en el sillón de conductor. Se ha puesto como un loco, y hemos tenido que repetir, hasta que ya le he dado permiso para que acabase. 

Cuando he acabado, he decidido salir a mear, y, algo mala, como otras veces, lo he dejado atado de esa forma. Lo de la cuerda ha sido inesperado, pero divertido. Hay más coches, y aunque a veces, haciendo el amor me da igual, haciendo pis no, y me alejo más. Vuelvo, pero no he tardado mucho. Sólo que...grito...la puerta del coche está abierta, hay sangre cayendo y mi novio está sentado, lleno de arañazos, cabizbajo. Le tocó, pero no se mueve: grito de nuevo...no reaccona... cae fluido sanguineo...¿está muerto?

Miro el coche, asustada. No hay llaves. Mi bolso no está, tampoco mi chaqueta ni jersey, y el teléfono de él, en el asiento del copiloto, sin batería. Veo pasar unas ratas por el bosque. Grito, pido ayuda, pero ya no hay coches.Veo la luz que lleva a la carretera. Tengo miedo. Pero es la única vía de escape, de salida, de pedir ayuda. Y llorando, me dirijo en un camino no largo pero oscuro, con ruidos, hacia la carretera. 

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